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DEVOCIONALES

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PASOS HACIA LA LIBERTAD

El libro de Éxodo ha fascinado tanto a creyentes como a incrédulos a través de los siglos. Existen pocas historias bíblicas que han capturado la imaginación de la gente de diferentes épocas, culturas y creencias religiosas.

Christian Sarmiento ha escogido ver a Éxodo no sólo como una historia del pasado. En las páginas de este libro devocional, él nos lleva de vuelta a examinar momentos críticos en la historia de los hijos de Israel y de esos momentos resalta principios de vida para hoy.

Usted descubrirá una verdad que trasciende el tiempo y las circunstancias. A medida que lea estos pensamientos devocionales, encontrará verdades eternas para su caminar diario. Viajando a la par del pueblo de Dios de la antigüedad sentirá al Dios de ellos a su lado.

Duración 124 días

PASOS HACIA LA LIBERTAD
“Hizo asimismo el propiciatorio de oro puro; su longitud de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Hizo también los dos querubines de oro, labrados a martillo, en los dos extremos del propiciatorio. Un querubín a un extremo, y otro querubín al otro extremo; de una pieza con el propiciatorio hizo los querubines a sus dos extremos. Y los querubines extendían sus alas por encima, cubriendo con sus alas el propiciatorio; y sus rostros el uno enfrente del otro miraban hacia el propiciatorio” (Éxodo 37:6-9).
Lecturas adicionales: Levítico 16:14; Hechos 15:8-9; 2 Corintios 3:18; Hebreos 2:17; 1 Pedro 1:18-19; 1 Juan 4:10.

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Dios mandó hacer un propiciatorio de oro puro a Moisés (una tapa) para el arca. Esta tapa de oro puro representa al mismo Dios posándose sobre nosotros (el arca).

“Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio” (Levítico 16:2).

El sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo una vez al año para rociar la sangre de un cordero sin mancha para cubrir el propiciatorio. Esto simbolizaba a Dios cubriendo su vista de los pecados del pueblo. Apartando su ira por el pecado del pueblo. Jesucristo es nuestra propiciación derramada sobre Dios (Dios o sobre nosotros) para que Dios no vea nuestros pecados:

“[Jesucristo] a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Romanos 3:25). “Y él [Jesucristo] es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2).

El Señor Jesucristo no sólo cubrió el rostro de Dios para que Él no viera nuestro pecado (propiciar), no sólo pagó el castigo por nuestro pecado (expiar), también nos hace nuevitos, nos transforma por completo, dándonos una nueva vida, purificándonos por completo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

Hoy oro para que demos gracias a Dios por Jesús y por todo lo que hizo y hace por cada uno de nosotros.

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