Cuando Jesús enseño acerca del Reino de Dios uso varias parábolas que lo describieron como un organismo vivo en constante expansión, crecimiento y fructificación, de acuerdo a lo que el Señor dijo estas características no solo las tendría el Reino como tal, sino también aquellos que hacen parte de él.
Por ejemplo, Marcos 4:26-29 dice: “Decía, además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado”. Según Jesús el crecimiento del Reino es invisible al ojo humano, pero es tangible es su manifestación y fruto, de la misma manera es la vida del cristiano como lo describe el evangelio de Juan en el capitulo 15 al referirse a los discípulos de Jesús como pámpanos dependientes de una vid que unidos a ella dan fruto, más fruto, mucho fruto y fruto permanente. : “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto…Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer…No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé” Juan 15:2,4,5,16.
El apóstol Pablo también hace referencia al crecimiento del cristiano de manera individual, aunque en sus escritos amplia este concepto agregando la contribución de cada individuo al crecimiento corporativo de la iglesia, de hecho, usas dos figuras para comprender dicha dinámica, en primer lugar, utiliza el cuerpo humano indicando que cada creyente es como un miembro del cuerpo que aunque tiene una actividad propia al mismo tiempo nutre y aporta a los demás miembros, es una relación interdependiente donde el crecimiento del cuerpo se construye por medio del ejercicio y el desarrollo de las partes que lo componen en sujeción a una mima cabeza. Cristo.
Efesios 4:15-16 dice: “sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”
Y también en Colosenses 2:19 : “y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios”
En segundo lugar Pablo apela a la figura de un edificio en construcción en Efesios 2:20-21 dice: “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor"; un edificio creciente que por medio de una buena coordinación crece para ser un templo al Señor. El apóstol Pedro en su carta universal también apelaría a esta misma figura al refiriéndose a la iglesia dice 1Pedro 2:5 “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Para Pedro los cristianos nos son piedras inertes, por el contrario, están vivas y edifican entre si un templo a Dios.
Tanto Jesús como los apóstoles enseñaron el principio del crecimiento, la iglesia de hoy tiene el reto de desafiar a los nuevos y antiguos creyentes a crecer en su fe, a desarrollar sus dones y talentos para ponerlos al servicio de la edificación del reino como buenos mayordomos y discípulos, hasta que todos alcancemos la mayor estatura teniendo como referencia a Cristo Jesús.