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DEVOCIONALES

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Ácido clorhídrico (Segunda Parte)

Estudio del libro de Génesis

Duración 233 días

Ácido clorhídrico (Segunda Parte)
“Y cuando Esaú era de cuarenta años, tomó por mujer a Judit hija de Beeri heteo, y a Basemat hija de Elón heteo; y fueron amargura de espíritu para Isaac y para Rebeca” (Génesis 26:34-35).
Lecturas adicionales: Filipenses 4:6-7; Lamentaciones 3:25-26; Salmo 121; Isaías 57:15

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Miremos la experiencia de David, un amargado por causa de las injusticias que vio a su alrededor y por el progreso de los injustos, pero que alcanzó la victoria sobre la amargura. Se dio cuenta que “las injusticias del sistema” lo enfermaron:
“Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía”; Era como una bestia delante de ti [de Dios]” (Salmos 73:21-22). Encontró la solución: “Con todo, yo siempre estuve contigo [con Dios]” Me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra” (Salmos 73:23-25).

La orden bíblica es clara: “Quítese de vosotros toda amargura” (Efesios 4:31). La cura para la amargura es Dios, ¡sólo Dios! La amargura es el pecado en respuesta al pecado que otros han cometido contra uno. Por lo tanto, la solución debe ser la confesión: “Pero si confesamos a Dios nuestros pecados [léase amargura], podemos estar seguros que ha de perdonarnos y limpiarnos de toda maldad [amargura], pues para eso murió Cristo” (1 Juan 1:9, La Biblia al día).

Cuando alguien nos agrede, nos maltrata, nos menosprecia o nos hiere ¿qué podemos hacer? Hagamos lo mismo de David: reconozcamos que hay amargura en nuestro corazón y corramos hacia Dios en oración. En ocasiones es bueno escribirle a Dios contarle todo y pedirle, tanto ayuda como perdón. Este pequeño acto nos permite ver nuestro problema desde otra perspectiva y el Señor nos llena de su paz.

Hoy oro para que Dios sane la amargura de todo corazón.
 
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