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DEVOCIONALES

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Remplazando el primer amor por un amor lícito y bueno

Estudio del libro de Génesis

Duración 233 días

Remplazando el primer amor por un amor lícito y bueno
“Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré... Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová… dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.” (Génesis 22:2, 10-12).  
Lecturas adicionales: Juan 14:15; Romanos 12:1; Hebreo 11: 17-18

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¿Cómo puedo aplicar estos principios a mi vida?

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Encontramos algunos conceptos claves en este pasaje:
1. Abraham escuchó la voz de Dios: “Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”. ¿Estamos escuchando su voz?
2. Abraham debatió con Dios: La Biblia no dice lo que sucedió entre el versículo 2 y 3. Pero suponemos que Abraham debatió con Dios toda la noche.  Pero después de haber orado, leemos en Hebreos 11: 17 y 18: “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac… pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.”
3. Abraham fue obediente sin reparar en las consecuencias:
“y… ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo”.
4. Dios fue fiel ante la obediencia de Abraham: “Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”.

La frase que más impacta de este pasaje es: “por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”. Dios hizo lo mismo. No rehusó darnos su Hijo, su único (véase Juan 3:16). Y lo entregó para darnos vida. Él no nos pide nada que Él no haya hecho.

Mi oración hoy es que nos examinemos y veamos si hay “un Isaac” en nuestra vida bien sea: “el ministerio”, “posesiones”, etc. un amor lícito y bueno que ha tomado el lugar de Dios, el del primer amor (“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor”, Apocalipsis 2:4). Dios nos invita hoy a sacrificarlo en el altar.
 
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