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DEVOCIONALES

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“Como yo quería”

Estudio del libro de Génesis

Duración 233 días

“Como yo quería”
“Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai mi señora. Y le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo de su mano. Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción. Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará” (Génesis 16:8-12).
Lecturas adicionales: Isaías 63:9-14; Mateo 1:18; Marcos 3:29; Efesios 5:17-18; Juan 14:26; Hechos 1:8

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En este pasaje Abram cedió a la impaciencia de Sarai, y así concibió un hijo, Ismael, de su esclava Agar para cumplir la promesa de Dios de tener un heredero. La impaciencia de Sarai, más la de Abram produjeron a Ismael. Los ismaelitas, hasta el día de hoy, son los enemigos más fuertes del cristianismo. La mayor parte del caos internacional de hoy se da por la impaciencia que tuvieron Sarai y Abram. Dios obra a través de milagros, pero en su tiempo.

Hay un principio bíblico que captura la actitud de Sarai y Abram. Pablo lo llama “vivir en la carne”. Lo opuesto es “vivir en el Espíritu”. Nacemos desprovistos del Espíritu y todo lo que logramos antes de ser salvos lo hacemos por nuestro esfuerzo, capacidad, inteligencia, etc. Al nacer de nuevo entramos en una nueva esfera de vida: la vida del Espíritu: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). Por lo tanto, podemos vivir por el Espíritu. Vivir en el Espíritu es depender de Dios, es depender que Él haga por nosotros lo que nosotros no podemos.

Por supuesto, Él no va a hacer lo que nosotros podemos y debemos hacer (véase 2 Pedro 1:5-8). Pablo expresa este principio en Romanos 8:5-6: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu, es vida y paz”. Abram obró por la carne, y las consecuencias son obvias hoy. La vida en el Espíritu es admirable.

Jesús dijo: “... Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
 
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