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DEVOCIONALES

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¡Ojo, me ven!

Estudio del libro de Génesis

Duración 233 días

¡Ojo, me ven!
“Y sucedió, después de muerto Abraham, que Dios bendijo a Isaac su hijo; y habitó Isaac junto al pozo del Viviente-que-me-ve” (25:11).
Lecturas adicionales: Éxodo 15:26; Salmos 34:15; Salmos 123:2; Hebreos 4:12; Lucas 11:9; Deuteronomio 11:12

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Dios es omnipresente. Él nos ve y también conoce nuestras acciones e intenciones. A veces, debido a nuestra humanidad, nuestras acciones no son las mejores; sin embargo, nuestra intención es pura y santa. Sólo Dios es el “Viviente que me ve”.
Las intenciones puras nacen de un corazón puro (Hechos 15:8-9). Hay acciones que son buenas ante los ojos de los demás, pero que tal vez no tienen buenas intenciones. Para Dios cuenta la intención. Si cometemos una acción errada sin mala intensión, aún así tenemos que pedir perdón y corregirla.

La clave es que seamos conscientes de la presencia de Dios en nosotros. Esto no ocurre de manera natural en ninguno de nosotros, necesitamos del ejercicio de nuestra voluntad y práctica. Pablo afirma que “tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” (2 Corintios 4:7). Cuanto más practiquemos la conciencia de su presencia en nosotros, más traslucirá “la presencia que está en nosotros”, y el Señor será glorificado. La clave es vivir en la tierra de Isaac, “junto al pozo del Viviente-que-me-ve”.

Recordemos que: “... los ojos de Jehová... recorren toda la tierra” (Zacarías 4:10).

Hacer “lo recto y bueno ante los ojos de Jehová” (Deuteronomio 6:18) hará que nos vaya bien. “Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos” (Proverbios 15:3).

Hoy oro para que estemos conscientes de la presencia de Dios en nosotros en todo momento, y busquemos en todo momento el cómo agradarlo, honrarlo y santificarlo con nuestras vidas.
 
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