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DEVOCIONALES

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La bendición de los que creen sin ver

Duración 369 días

La bendición de los que creen sin ver
“Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré…” (Juan 20:24-28).
Lecturas adicionales: Habacuc 2:4; Marcos 16:14; Lucas 24:36-42; Juan 2:11; Gálatas 3:11; 1 Pedro 1:7-9.

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Tomás “no estaba con ellos cuando Jesús vino”. La Biblia repite tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos que la relación con Dios es una relación de fe: “mas el justo por su fe vivirá” (Romanos 1:17b).

Una cosa es saber a cerca de Jesús, de lo que otros conocen y experimentan de Él, y otra es conocerlo personalmente, íntimamente: “Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto”.

La respuesta de Tomás es una fe basada en lo que se ve. Las señales y prodigios son una manifestación del Señor Jesucristo. La iglesia se goza y crece cuando su presencia se manifiesta. Es importante que la presencia de Dios se manifieste en medio de su pueblo.

Sin embargo, el mismo Jesús advirtió que las manifestaciones, milagros y señales no son la base de la fe: “Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creeréis” (Juan 4:48).

Por otro lado, Jesús advierte que “... se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24).

Por ocho días Tomás permaneció incrédulo hasta que Jesús se presenta y anuncia su paz. Es entonces que Tomás después de ver, confiesa a Jesús como “¡Señor mío, y Dios mío!”

Esta confesión es la clave de la salvación. Jesús como Señor (amo de todo), y Jesús como Dios (el único Dios del universo).

Jesús termina este episodio bendiciéndonos hoy: “... bienaventurados los que no vieron, y creyeron”.

Al creer, lo seguimos y obedecemos radicalmente todo el tiempo. Su palabra dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). 
 
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