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DEVOCIONALES

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Obediente y fiel hasta el último detalle

Duración 369 días

Obediente y fiel hasta el último detalle
"Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca" (Juan 19:28-29).
Lecturas adicionales: Salmos 22:15; 51:7; 69:21; Mateo 26:39; Hebreos 12:24; Apocalipsis 7:13-14.

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Juan dice: “... sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado”. Jesús estaba consciente de la necesidad de ser obediente aun en los detalles. Él sabía que había cumplido la misión que el Padre le había encomendado.

La cruz para Jesús fue un proceso que tomó muchos pasos de obediencia.

Desde la eternidad, Él había acordado con el Padre que vendría a salvar a una humanidad perdida. Vendría a salvarnos a usted y a mí.

Jesús, el Dios hecho carne, desde su niñez sabía que “en los negocios de mi Padre me es necesario estar” (Lucas 2:49b).

En el monte de la transfiguración “dos varones... hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén” (Lucas 9:30-31).

En el huerto de Getsemaní, Jesús sella su obediencia: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39b).

Ahora, que Jesús sabe “que ya todo estaba consumado”, sabe que le falta un detalle: La Escritura debe cumplirse: “... dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed”.

¡Qué modelo de excelencia! Aun en el máximo sufrimiento físico y espiritual, los detalles son importantes, “la Escritura debe cumplirse”. A propósito Jesús dice: “Tengo sed”.

Jesús es un modelo de conocimiento de la Escritura, de obediencia radical a la Escritura y a la voluntad de su Padre. La misión debe ser cumplida aun en los mínimos detalles, ¡no hay excusa para la mediocridad! “y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:8).
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