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DEVOCIONALES

¡Resultados!
“... Porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” (Juan 5:19).
Lecturas adicionales: Juan 15:4; Filipenses 2:5, 13; 1 Corintios 10:33; 1 Pedro 2:21.

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Jesús da respuesta a sus perseguidores explicando el propósito de su vida: Cumplir la voluntad del Padre.
 
Jesús hace la voluntad del Padre, sujetándose en TODO a Él; una consagración TOTAL al propósito del Padre. Jesús lo hace todo por amor, no por necesidad, temor, inseguridad u obligación. Se consagra para agradar en todo al Padre. 

La consagración de Jesús es la expresión del amor de Dios hecho carne: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). 

La consagración TOTAL demanda un enfoque intenso, concentración, evitar distracciones y desechar todo lo que no es del Padre. La búsqueda de la presencia de Dios a través de la oración, el ayuno, la lectura y el estudio de la Biblia es la clave para enfocarnos en la misión y propósito de Dios. 

Los resultados son increíbles: “Todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente”. El Padre recibe la gloria. 

Todo el poder y autoridad del Padre ahora son de Jesús; todo lo que tiene el Padre es de Jesús. El poder del Padre a través del Espíritu Santo es la clave: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido...” (Lucas 4:18). 

El resultado es SER como el Padre, lo que se deriva en replicar “lo que el Padre hace”. Pablo lo expresa así: “llegando a ser semejante a él en su muerte” (Filipenses 3:10b). 

Concentrémonos en Jesús como Él se concentró en el Padre; esa es la única manera de cumplir nuestro propósito. 
 
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