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DEVOCIONALES

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Poder instantáneo

Duración 369 días

Poder instantáneo
“Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día” (Juan 5:8-9).
Lecturas adicionales: Isaías 55:11; Marcos 2:11; 1 Corintios 2:4; 4:20; 1 Pedro 4:11.

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Jesús ve la necesidad de un hombre desesperado al lado este lisiado. No hay mejor pensamiento y realidad, sino saber que Jesús nos está mirando. 

Jesús le pregunta: “¿Quieres ser sano?” La respuesta inmediata implica que sí, pero aún más, el hombre dice: “Por mí mismo no puedo, ¡necesito ayuda!” 

Esa debe ser nuestra respuesta: “Necesitamos ayuda, solos no podemos”. Dentro de esta respuesta hay una actitud de humildad, de dependencia, a la vez que de desesperación. 

Jesús amorosamente expresa su Palabra poderosa; la Palabra creadora, transformadora y sanadora: ¡Levántate! 

La Palabra de Dios es poderosa. El profeta dice: “no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero! (Isaías 55:11). Recordemos que es la palabra de Dios, no la nuestra. Recordemos que no es lo que nosotros queremos, sino lo que Dios quiere. La palabra de Dios es el resultado de su misma voluntad. 

Curiosamente Jesús no le dice: “te sano” sino que le da una orden para que el hombre ejercite la fe: “Levántate, toma tu lecho, y anda”. Realmente le dice: “Mi Palabra requiere fe, acción y obediencia”; es decir, “yo hago mi parte, ahora haz la tuya”. 

El hombre creyó, se paró, ¡obedeció! “Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo”. 

El andar del hombre sanado significa continuidad, realización y vida. Dios no nos sana para que nos quedemos estáticos, sino para que vayamos y proclamemos lo que Dios ha hecho. 
 
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