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DEVOCIONALES

Un destino seguro
“Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:4-6).
Lecturas adicionales: Proverbios 14:12; Isaías 35:8; Mateo 7:13-14; Hechos 4:11-12.

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Jesús hace una promesa de un destino seguro: “la casa de mi Padre”. Es el único destino en el que podemos estar a salvo, con protección total. Tratar de llegar a otro destino, será nunca llegar.

Jesús asegura que Él es el camino a la casa del Padre. Ya había dicho: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (10:9). También dice: “nadie viene al Padre, sino por mí” (14:6b).

“La casa de mi padre”, y Jesús, “el camino” no es para el futuro, es para el presente. Dios es el lugar más seguro en dónde podamos estar. Él es nuestro verdadero hogar. Debemos estar “en Él”, y Jesús nos coloca allí por medio de la fe.

El camino que Jesús ofrece es un camino de verdad y vida: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”. Hay muchas otras ofertas, pero son mentirosas y producen muerte, y muerte eterna.

Tomás hace una declaración de inseguridad: “Señor, no sabemos a dónde vas, “¿cómo, pues, podemos saber el camino?” Esta es la pregunta existencial que agobia a la humanidad.

No precisamos esperar hasta después de la muerte para tener seguridad de vida. Gracias a Dios que hoy tenemos la respuesta: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Jesús es el único camino.

 Nuestro único destino es el Padre. Otro destino produce vacío, falta de paz, infelicidad y ansiedad.

El único camino para cualquier circunstancia de la vida es Jesucristo, el Señor. El único destino seguro y garantizado es el Padre. Hoy podemos habitar allí. 
 
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