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DEVOCIONALES

Testigos íntimos
"Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora..." (Juan 9:18-23).
Lecturas adicionales: Mateo 10:33-35; Hechos 1:8; 17:6; Apocalipsis 3:15-16.

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La participación de más testigos es necesaria en la sanidad del ciego. Llaman a su familia: “¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?” 

Continúan las consecuencias del milagro. Han participado los vecinos, los religiosos y ahora la familia. La presencia milagrosa de Jesús atrae a muchos. Hay un "trastorno" redentor alrededor del milagro (Hechos 17:6), ¡de Jesús!

¡También llegan los conflictos! Los padres del ciego "tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él" (vv. 22-23).

Es entonces que surgen oportunistas que no siguen a Jesucristo; se acercan para infundir miedo y confusión; prefieren el milagro y no al Creador del milagro.

Otra consecuencia es la persecución: "los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga". Un milagro, una señal, nos llama a seguir a Jesús radicalmente. Es tal el cambio interno debido al milagro de la salvación, y debido a la LUZ (Jesús mismo), que el Espíritu Santo comienza a traer convicción de pecado a los que están cerca del “milagro”. Entonces, debido a la convicción, los que están en pecado persiguen a los que traen la luz.

Lo más fácil es ser neutral: "Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él". Jesús no acepta la neutralidad, ni la tibieza.

Esperemos los milagros y ¡proclamemos al Hacedor de los milagros! 
 
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