Devocional diario

Mi lugar de influencia

"Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora" (Juan 8:20).

Lecturas adicionales: 1 Crónicas 9:26; Mateo 27:6; Lucas 21:1-3.

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Jesús habla en el lugar de las ofrendas. En este salón estaban los principales del templo. Es decir, Jesús ministró a personas en lugares de influencia. No dice que gritó: Él "habló". Aunque no estaba de acuerdo con ellos, les hizo saber lo que pensaba para influenciarlos hacia el Reino. No debemos temer ni estar amedrentados por las personas de influencia pues son como nosotros, con grandes necesidades, y más que nada con necesidad de Dios.

Jesús enseña en el templo. Aunque estaba en "el lugar de las ofrendas", su influencia también alcanzó a la gente que asistía al templo. Jesús no se olvidó de influenciar ningún nivel de la población de su tiempo. Al templo entraban todos los religiosos, todos los que estaban buscando a Dios. Aun los gentiles llegaban al atrio de afuera. En el templo se reunían los pobres, los de clase media y los ricos.

Jesús aunque completamente hombre, "nadie le prendió porque aún no había llegado su hora". En otras palabras, el control sobre Jesús estaba en el Padre quien dictaría la hora para cumplir plenamente el propósito de su misión. Jesús se sometió por completo a la voluntad del Padre, y nadie ni nada podía impedirle hacerlo. Él no permitió que nadie lo controlara. ¿Quién tiene control sobre mi vida? Nadie debe tenerlo sino Dios. Nacimos para que Dios sea nuestro Rey y Señor. No permitamos sino que Él nos controle y dicte cuál es nuestra hora. Mi influencia será poderosa cuando Dios sea el único que me controle.