Devocional diario

Tengo a mis hermanos en contra

“... Porque ni aun sus hermanos creían en él” (Juan 7:2-5).

Lecturas adicionales: Salmos 31:2; 62:7; 59:9; 140:1; Lucas 12:4-7.

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¿Cómo puedo aplicar estos principios a mi vida?

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Había una gran celebración en Jerusalén cada año en septiembre u octubre llamada la fiesta de los tabernáculos o de las tiendas (carpas). Muchos de los judíos iban a Jerusalén. Ahora los íntimos de Jesús lo animan a ir y demostrar quién realmente es Él.

Juan el apóstol dice: "ni aún sus hermanos creían en él". Jesús tenía a los suyos en contra. Realmente no era una agresión pasiva, sino que cuestionaban todas sus "obras", sus movimientos, sus palabras.

Si en el capítulo 5 los de Judea se convirtieron en enemigos de Jesús, en el capítulo 6 vemos que muchos de sus discípulos lo dejaron y que muchos otros buscaban cómo matarlo. Ahora en el capítulo 7, son los más cercanos los que lo desafían y lo tientan: "Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo" (vv. 3-4).

La lección que aprendemos hoy es que realmente no tenemos que demostrarle a nadie quién somos "en Cristo". Como creyentes, si somos fieles a Dios, experimentaremos incomprensión y seremos cuestionados y muchas veces perseguidos y calumniados. Si a Jesús siendo Dios, santo, justo, compasivo y misericordioso, lo buscaban para matarlo, ¿qué podemos esperar hacia nosotros? Realmente nuestro cimiento es Cristo, Él es nuestra roca fuerte, y en Él estamos más que seguros a pesar de la incomprensión de los más íntimos.

Como dice en Salmo 27:10: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá”.