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DEVOCIONALES

¡No más sed!
"En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba" (Juan 7:37).
Lecturas adicionales: Isaías 55:1-3; Juan 4:13-14; Apocalipsis 21:6.

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Jesús está en Jerusalén en la fiesta de los tabernáculos. Es "el último y gran día de la fiesta", el octavo día, y se hacía la ceremonia de verter agua de la piscina de Siloé (traducido piscina del enviado) sobre el sacrificio final de la fiesta.

Era el día de mayor asistencia. Jesús aprovecha la circunstancia, y casi indiscretamente "Jesús se puso de pie y gritó a la multitud" (Nueva Traducción Viviente).

“Y al ver a las multitudes, les tuvo compasión, porque estaban confundidas y desamparadas, como ovejas sin pastor" (Mateo 9:36).

Su llamado toma la Palabra del Antiguo Testamento en Isaías: "A todos los sedientos: Venid a las aguas". Él es el verdadero "Siloé" (enviado), Él es el agua de vida. Él es quien verdaderamente satisface: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba".

Qué mejor que la misma Palabra explicando lo que quisiéramos expresar: "En aquel día dirás: Cantaré a ti, oh Jehová; pues aunque te enojaste contra mí, tu indignación se apartó, y me has consolado. He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí. Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación. Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido. Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido esto por toda la tierra. Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel" (Isaías 12:1-6).
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