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DEVOCIONALES

Luz
“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:4-5).
Lecturas adicionales: Isaías 60:1; Mateo 4:16; Juan 8:12; Hechos 26:18; Filipenses 2:14-15; 1 Juan 1:6-7

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¿Cómo puedo aplicar estos principios a mi vida?

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Jesús es vida, ¡vida abundante! Al ser vida, y el que da vida, trae visión y enfoque al propósito de nuestro ser. Él nos da luz. Nos trae hacia Él, quien es “la luz del mundo”. Realmente, es entonces que ¡podemos ver el camino! Y no es coincidencia, Él también es el Camino.

“La luz en las tinieblas resplandece”, literalmente dice: “sigue resplandeciendo”, o “sigue dando luz”. Jesús no es una luz intermitente. Jesús es luz continua a nuestra vida. Más lo conocemos más luz tenemos, cuando más luz tenemos, más fácil es el camino. Cuando más fácil es el camino, más avanzamos. Y cuando más avanzamos, llegaremos victoriosos al final.

La luz nos permite ver con nuestros ojos físicos y con los del corazón. Nos permite actuar con seguridad y ligereza, pues nos deja avanzar en la claridad sin ningún temor, al no haber rincones oscuros. La luz nos permite hacer una limpieza profunda y corregir lo que esté torcido.

“Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados” (Juan 9:39). Esta luz siempre está al alcance de todos, y sólo la dureza de mi corazón me condena a la oscuridad total.

Pero cuando la luz entra, las tinieblas se disipan, se desvanecen, se disuelven.

Un día, la oscuridad (el mal, el malo, el pecado), no serán más. La luz, Jesús, destruyó las tinieblas en la cruz del Calvario. Un día Jesús brillará en su esplendor y las tinieblas.
 

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