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DEVOCIONALES

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¡Bendita revelación!

Duración 369 días

¡Bendita revelación!
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18).
Lecturas adicionales: Éxodo 33:20; Deuteronomio 4:12; Isaías 6:1,5; Juan 6:46; 17:3; Colosenses 1:15; 1 Timoteo 1:17; 6:16

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“El comentarista Clark habla de no haber visto a Dios de la siguiente manera: ‘Ningún hombre... había conocido completamente a Dios, en ninguna época, nación o edad”. Moisés y otros han visto expresiones de la presencia de Dios, pero no a Dios en sí mismo en todo su esplendor y ser. De hecho, llegar a tal experiencia costaría la vida física.

En este versículo hay dos verbos: ver y conocer. Ver no tiene exactamente que relacionarse a visión, se relaciona con experimentar algo o a alguien en toda las dimensiones. Por lo tanto, se relaciona al conocimiento íntimo, es decir en dónde no hay ningún secreto.

Esta relación de ver y conocer es única de Dios y Jesús en el sentido de coexistencia e igualdad en ambas direcciones. El Padre ve y conoce al Hijo íntimamente y viceversa.

Nuestra relación con otras personas en el sentido de ver y conocer nunca es completa debido a nuestras limitaciones e inhabilidad aun de conocernos a nosotros mismos.

Sin embargo, Dios puede vernos y conocernos en toda nuestra totalidad. Él conoce nuestros pensamientos, intenciones, acciones, planes, relaciones, etc. Pero nuestra relación de conocimiento de Él siempre será incompleta.

Aún así, a Dios le ha placido darse a conocer a través de Jesucristo. Cuando más conocemos a Jesús, más queremos ser como Él y más somos formados a su imagen, y otros reconocerán que hemos estado con Él. Esta es una tarea no sólo de esta vida, sino de toda la eternidad.
 

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