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DEVOCIONALES

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Confesión, conversión

Duración 369 días

Confesión, conversión
“Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (Juan 1:49).
Lecturas adicionales: Salmos 2:7; Marcos 1:14-15; Juan 20:28-29; Romanos 10:8-10; 1 Juan 1:9.

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Natanael acepta la invitación de ir a ver a Jesús. Quería confirmar que lo que decían de Jesús era cierto.

Cuando Jesús ve a Natanael dice de él: “He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño”. Natanael se sorprendió y le pregunta: ¿cómo es que me conoces? Jesús le responde que cuando estaba en oración, lo había visto.

La respuesta de Natanael es el reconocimiento de que Jesús es el Maestro de maestros, el Rabí por excelencia. Reconoce la omnisciencia y omnipresencia de Dios.

Después, Natanael reconoce a Jesús como Dios. Al decir, que Jesús es el Hijo de Dios, un hebreo reconoce su deidad. Natanael reconoce desde lo más íntimo de su ser quién es Jesús. Este es un ejercicio de fe. Él cree que Jesús es el Libertador, el Cristo, el Mesías esperado.

Natanael también reconoce que Jesús es el “Rey de Israel”. Con esta expresión está diciendo: “Tú eres quien debe gobernar todos los aspectos de mi vida, de mi nación, me someto por completo a ti”. Natanael acepta el reinado de Jesús sobre un verdadero ciudadano del reino, dispuesto a servirle a su Rey.

La confesión de quién es Jesús (es Dios, Rey soberano, y mi maestro-discipulador) debe ir acompañada de un cambio radical de dirección o lo que se conoce como la conversión. Significa adoptar los valores de Aquel a quien seguimos. Es un cambio de rumbo, un arrepentirse del pasado y la decisión de obedecer desde ese momento al nuevo Rey de mi vida: a Jesús.

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