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DEVOCIONALES

El Hijo de Paz
“Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño” (Juan 1:47).
Lecturas adicionales: 2 Samuel 22:23; Job 1:8; Salmos 15:2; 16:3; 32:2; Proverbios 28:18; Daniel 10:6; Romanos 2:28-29; 9:6; Lucas 10:6-7; Hebreos 4:13; Apocalipsis 1:4

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¡Qué mirada la de Jesús! La Biblia dice que Jesús tiene como “ojos de fuego”. Su mirada quema, traspasa. “Jesús vio a Natanael que se le acercaba”. ¿Qué ve Jesús cuando nos acercamos a Él? ¿Estamos nosotros conscientes de su presencia, de su mirada?

Obviamente, Natanael aún no se había convertido a Jesús. Era un escéptico. Quería ver para creer. Pero el elogio de Jesús a Natanael es increíble. Le dice: “Eres una persona transparente, eres una persona en la cual no hay doblez”. “He aquí un verdadero Israelita”.

Del encuentro de Natanael aprendemos que en la sociedad de hoy aún hay personas íntegras. SIN EMBARGO, también necesitan ser salvas. Que tengan ese tipo de carácter pues aún no están en el reino, aunque están cerca.

A este tipo de personas, el Nuevo Testamento los llama el hombre/la mujer de paz (“hijo de paz”). Están muy cerca del reino. Sus casas son las primeras candidatas para establecer una célula o una congregación.

La palabra “engaño” en el idioma original es dolos que significa: "Voluntad deliberada de cometer un delito a sabiendas de su ilicitud. En los actos jurídicos, voluntad maliciosa de engañar a alguien o de incumplir una obligación contraída”.

Jesús dice de Natanael, que no tiene engaño, no tiene dolo.

Si personas como Natanael, en las que no hay engaño, necesitan nacer de nuevo, ¡cuánto más aún requiere Dios de nosotros los creyentes!

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