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DEVOCIONALES

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Un asunto de autoridad

Duración 369 días

Un asunto de autoridad
“Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo. Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta. Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene. Desde entonces procuraba Pilato soltarle...” (Juan 19:8-12). 
Lecturas adicionales: Salmos 89:27-29; Isaías 9:6-7; Mateo 28:18; Juan 10:17-18.

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Pilato hace la pregunta equivocada: “¿De dónde eres tú?” La pregunta tendría que haber sido: “¿Quién eres tú?”

La pregunta de Pilato es localista, enfocada en atributos geográficos. Pilato vio algo en Jesús que era diferente de las demás personas que él conocía.

Tal vez una manera contemporánea de hacer la pregunta pudiera ser: “¿De qué planeta eres?, no he conocido a nadie como tú”. “Mas Jesús no le dio respuesta”.

Pilato ante el silencio de Jesús, toca el tema que realmente es importante. No es un asunto de procedencia es un asunto de “SER”.

Pilato pregunta y a la vez trata de afirmar quién es él: “¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?”

Es interesante notar cuán equivocados podemos estar en cuanto a la autoridad y a lo que nosotros pensamos que podemos hacer y deshacer. Es cierto que tenemos libertad para tomar un sinfín de decisiones, pero al final, se cumple la voluntad de Dios y Él es el que está en control: Leemos en Proverbios 21:1: “Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina”.

Jesús reenfoca la perspectiva equivocada de Pilato. Jesús le dice que es un asunto de autoridad y de quién realmente la tiene. “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene”.

Damos gracias a Dios de que así como el Padre envió a Jesús, Él también nos envía con autoridad y en el Espíritu para que muchos entren al reino de Dios. 
 
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