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DEVOCIONALES

Riesgo calculado
“Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?” (Juan 11:7-8).
Lecturas adicionales: Salmos 11:1-3; Lucas 9:51; Juan 10:40; 11:6; Hechos 20:22, 24.

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Jesús había salido "huyendo" de Judea debido a la curación del ciego. Su proclamación de que era la luz del mundo lo puso en contra de los ciegos espirituales.

Ahora tiene otra situación. Por amor a Lázaro debe ir de vuelta a Betania (cerca de Jerusalén), la ciudad de Lázaro, María y Marta. Los discípulos están un poco temerosos: "Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?" En otras palabras, ¿vale la pena arriesgar la vida sólo para visitar un amigo enfermo?

Lo cierto es que Jesús no sólo iría a Jerusalén para tratar el caso de Lázaro, él fue a tratar el caso mío, el suyo y el de toda la humanidad.

Hasta aquí hemos visto a Jesús como el “pan de vida”; “la fuente de agua viva”; “la eternidad”; “la luz del mundo”; “el buen pastor”, y aquí aparece como “la resurrección y la vida”. ¿Qué otro dios como Él? ¡Ninguno!

Pablo expresa el sentir de Jesús:"Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios" (Hechos 20:24).

Qué Dios nos dé esa misma pasión, sabiduría, visión, valentía y llenura del Espíritu Santo para también llevar a cabo la misión de Dios.

Jesús tomó un riesgo calculado, pues sabía que no estaría solo. Sabía que ante el asunto de la persecución, padecimiento y aún muerte, Dios siempre tiene la última palabra: VIDA.
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