Devocional diario

PASOS HACIA LA LIBERTAD

“Y cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel se movían en todas sus jornadas; pero si la nube no se alzaba, no se movían hasta el día en que ella se alzaba. Porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda la casa de Israel, en todas sus jornadas” (Éxodo 40:36-38. Leer desde el v. 34).

Lecturas adicionales: Génesis 6:22; Éxodo 40:1-16; Jueces 13:8-9; 1 Crónicas 14:8-10.

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¿Cómo puedo aplicar estos principios a mi vida?

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La obediencia radical es la clave para vivir bajo la dirección de Dios. Es obedecer de inmediato todo lo que Él dice: “Así acabó Moisés la obra. Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo” (vv. 33b, 34).

Obediencia radical es moverme o quedarme según me indique Dios. Dios es el único que debe decidir si me quedo o me voy. Él es el que dirige. La obediencia radical no sólo nos da la dirección externa de Dios. El Espíritu Santo se convierte en nuestro guía. Él es nuestra brújula en todos los aspectos de la vida. Él nos da dirección vocacional, moral, familiar, laboral. El Espíritu Santo nos guiará en las decisiones más importantes de nuestra vida. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:14).

Cuando la gloria de Dios viene sobre nuestra vida es lo mismo que ser llenos con el Espíritu Santo. Ahora tenemos una nueva ley, la ley del amor de Dios. Su guía amorosa siempre nos hace pensar en hacer su voluntad. También nos hace pensar siempre en cómo ser luz a otros, se convierte en la ley de nuestro corazón: “Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley” (Gálatas 5:18). “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Jeremías 31:33).

Hoy oro para que nunca, nunca, deje de escuchar la dirección de Dios a mi vida, para que nunca me pierda, sino que siempre sepa hacia dónde voy, siguiendo la guía de Dios.