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DEVOCIONALES

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Fiel en la Palabra

Duración 369 días

Fiel en la Palabra
“... Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho” (Juan 12:47-50).
Lecturas adicionales: Salmos 119:103; Mateo 7:24-27; 2 Corintios 4:2; 5-6; Santiago 1:22.

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Jesús tiene bien en claro su misión: "porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo".

La clave de su misión es la palabra de Dios: "Al que oye mis palabras... Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar".

La autoridad de la palabra de Jesús proviene de la fuente de dicha Palabra. Su Palabra es en obediencia a lo que "el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar".

Rechazar la validez de la palabra de Dios, no poner atención, o no concentrarse y no ejecutar la palabra de Jesús, se convierte en ser juzgado por la Palabra: "El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero".

Aceptar la palabra de Dios y obedecerla nos hace bienaventurados: "su mandamiento es vida eterna".

Frecuentemente vemos resultados inmediatos al obedecer la Palabra. Nos invade una paz que sólo viene de parte del Señor.

Jesús es radical en la forma en que presenta la Palabra que el Padre le dio: "Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho".

Guardar la palabra de Jesús debe ser una prioridad importante de la vida del creyente. Las consecuencias de no guardarla son eternas. También tiene consecuencias presentes. No guardar la palabra de Dios es despojarse de su protección.

La forma en que tratamos la Palabra es trascendental. Debemos leerla, estudiarla, escudriñarla y aplicarla a cada aspecto de nuestra vida. 
 
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